España.

                    

                    Publicado en El Día de Zamora el 23 de febrero de 2018.

En realidad de España como tal no voy a escribirles hoy, más bien de la última discusión que hay sobre nuestro país y en concreto sobre su himno. Bueno es saber que España es uno de los cuatro países del mundo cuyo himno no tiene letra oficial (Bosnia-Herzegovina, San Marino y Kosovo son los otros) y el oficioso “lolo-lolo” de toda la vida ahora ha evolucionado (ha mutado sería más correcto) en una letra de dudoso gusto a la que algunos de nuestros líderes se han subido intentando hacer alarde de un orgullo patrio descafeinado, mediocre, trilero en el sentido de hacernos desviar la vista de lo relevante para que caigamos en lo inconsistente o en lo banal. Nuestro presidente del gobierno y su “mini yo” Rivera (Albert, no Primo de) pretenden dotar de letra a uno de nuestros símbolos del Estado (a saber: bandera, escudo e himno) saltándose todos los trámites legales para ello. Han querido ir de patriotas supremos y, en un giro de 180 grados, se han convertido en unos antisistema. Y qué decirles de la autora… Una artista que teníamos más que olvidada desde el infame “Colgado en tus manos” de 2009, cobra ahora protagonismo repentino haciendo de nuestra marcha militar una balada ñoña. “Fue un flash que tuve en la cama” ha dicho la Sra. Sánchez, como quien tiene una revelación divina. Me la imagino en su casa de Miami, con la luz del amanecer entrando por su ventana y montado sobre ella al ángel del espíritu patrio encomendándole la misión de unir a todos los españoles bajo una letra. Este clon de Donatella Versace (busquen imágenes en Google y sabrán de qué les hablo) ha tratado de resucitar su “carrera musical” del modo más clásico posible, a saber, que hablen de una aunque sea mal. Y a ello los Rajoys, Riveras y González Pons de turno se han unido con gusto para crear un conflicto artificial. “Como no tenemos problemas de verdad, montemos el pollo con lo de la letra del himno” visualizo a nuestros líderes maquinando a la luz de unos candelabros, con sus sombras recortadas y agrandadas sobre las paredes. ¿Y quién mejor para ponerse a ello? Una patriota de las de verdad, una que se jugó la vida por España en 1990 en el Golfo Pérsico. Visitando a las tropas, vale, pero ah, allí estuvo, no como vosotros, indeseables patriotas de sofá, cerveza y mundial de fútbol. “Grande España, a Dios le doy las gracias por nacer aquí, honrarte hasta el fin”. ¿Y si, por lo que fuere, usted no cree en Dios (así con mayúsculas, da igual que sea en uno genérico o concreto) pues váyase de aquí que en España sólo queremos creyentes, y por creyentes se infiere católicos, apostólicos y romanos.Rojo, amarillo, colores que brillan en mi corazón y no pido perdón” termina la letra, como si hubiera que pedir perdón por ser español y más cuando, al menos yo, ni elegí ni pedí nacer en España… Un acto de valentía ha dicho Rivera (insisto, Albert, no Primo de) como si esto fuese algo heroico. Ya ven qué medidas se han tomado contra la cuestión del independentismo catalán, un vendaval de patriotismo español en forma de banderas en los balcones y ahora de letra en el himno. Un poco hasta los mismísimos bajos sí que me tienen unos y otros, sí…
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