Pensamiento único.


Publicado en El Día de Zamora y El Periódico de Castilla y León el 12 de abril de 2017.

Todo empezó con los productos light. Cuando en los años ochenta España se quitaba de encima la caspa del franquismo, la famosa “movida madrileña” bullía, nos asomábamos por las ventanas para ver a la chica de ayer y Naranjito era lo más, el huevo de la serpiente se incubaba a fuego lento. Nos hizo gracia ver en la sección de lácteos una cosa llamada “yogures light”, y como íbamos de modernos aquello nos pareció lo más. Debimos de empezar a sospechar cuando la moda light pasó al tabaco y después a la cerveza. El salto vino con los productos zero (escrito con z, que impacta más) y así vimos como normal los yogures zero, la coca cola zero, la cerveza zero, el sexo zero y la vida zero. La modernidad ochentera devino en una postmodernidad zero, de pensamiento zero, donde nos agarramos a lo banal porque lo sustancial requería un mínimo esfuerzo y eso no estaba de moda. El pensamiento franquista, sus modos y maneras, se derribaron en los ochenta, pero sus cimientos permanecieron fuertes. Así, en 1983, Tip y Coll decían sobre Carrero Blanco “De todos mis ascensos, el último fue el más rápido”. Hoy, algunas asociaciones franquistas, se dedican a escudriñar las redes sociales para detectar “exabruptos” similares y querellarse contra sus autores. Que a mí me parece bien que esos señores gasten su tiempo en querellarse o en lo que les venga en gana, el problema viene cuando un juez las admite a trámite. El último caso conocido es el de la Asociación en Defensa del Valle de los Caídos, que ha procedido legalmente contra el humorista Dani Mateo, por decir que la cruz del Valle de los Caídos es una mierda. No el símbolo cristiano de la cruz, sino esa cruz, junto con lo que hay a sus pies y lo que representa. Delito contra los sentimientos religiosos, dicen, la iglesia en contra de la risa. No hemos evolucionado nada desde 1327, momento en el que está ambientada la novela “El nombre de la rosa”, en la que el tema central es la risa, de la que se dice "es la debilidad, la corrupción, la insipidez de nuestra carne. Es la distracción del campesino, la licencia del borracho”. Estamos en plena Semana Santa zamorana, una cosa tan seria que no permita broma alguna salvo para garrapiñar cosas, donde no tenemos medida. Vívanla como les plazca y les permitan, pero no dejen de reírse de todo.

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