Absurdeces.



              Publicado en El Día de Zamora el 10 de junio de 2016.

     Con semejante título podrán suponer que en mi artículo de esta semana, vengo a regañar al ser humano. Vamos, vengo a regañarles a, casi, todos ustedes. ¿En qué mundo vivimos? Pues, según mi propio barómetro, en uno muy absurdo en el cual podemos ver relaciones amorosas eclipsadas por la pantalla de un móvil, el narcisismo por mostrar atributos físicos en redes, la zafia ostentación económica y, consecuentemente, la correlativa dimensión desmedida del ego. Como no estoy bueno para mostrar mi cuerpo serrano al nivel físico que exigen las redes sociales, pues las utilizo para meterme con todo tipo de colectivos, haciendo uso de este sarcasmo y mala leche con el que la naturaleza me ha dotado y que yo he tratado de cuidar como quien mantiene con mimo su huerto o jardín. Y es que, como no se puede tener todo, una putada, sí, pues uno tiene que tirar más de ironía de que fisonomía. Pero no se vayan a creer que la absurdez humana está presente solo en el campo de las redes sociales. Aunque la tendencia es que, lo que no aparece en ellas, no existe, así a pie de calle también tenemos ejemplos. Hace unos meses, en la Plaza de Callao en Madrid, hubo una manifestación para que dos personajes de la altura de Carlos Lozano o Laura Matamoros pudieran ganar un concurso, GH VIP. Vale que en España no hay causas sociales suficientes como para salir a la calle a manifestarse, que todo va bien en la sanidad, en la educación, que apenas hay paro y que los salarios son, podríamos decir, excesivos, pero salir a la calle por GH VIP… Me jode pensar, y perdonen la expresión, que toda esa gente, joven y no tan joven, se llene de fuerzas para poder sacar el culo de su casa y movilizarse por un motivo que, a nivel global, no nos beneficia. Tan solo a uno, al ganador de GH VIP, una eminencia sin duda. Lo lamentable es que, al final, estos comportamientos se contagian cual pandemia, nos dejamos llevar, y acabamos copiando tales modelos absurdos. Igual si, en vez de enseñarme vuestros morros, escotes y culos, o lo cachas que os habéis puesto gracias a tanto anabolizante, me contarais más lo que os esforzáis en vuestro trabajo, o en buscarlo, o vuestras capacidades personales, os apreciaría más. Mientras tanto, me seguiréis dando mucho ascazo. Chusma.


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