Mentiras.


             Publicado en El Día de Zamora el 20 de mayo de 2016.




     Al igual que, más o menos, un 70% del cuerpo humano y de nuestro planeta está compuesto de agua, calculo que el mismo porcentaje de nuestras vidas es mentira. Mis detractores me echarán en cara que tal afirmación carece de base científica, lo cual es cierto, pero oigan, había que cuantificar ese tanto por ciento y no se me ocurrieron mejores referentes que los citados del agua. Piensen ustedes; pueden inventarse unas vacaciones exóticas o realzar su apariencia física gracias a las herramientas fotográficas que la tecnología ha puesto a nuestra disposición, o engrandecer con falsedades su currículo con el, entre otros, clásico, “conocimientos de inglés: nivel medio”. Podemos insertar una imagen, tomada por ejemplo en el salón de casa, dentro de un paisaje paradisiaco y adornarla con alguna frase de esas supuestamente ingeniosas tipo “aquí, sufriendo”. O meter filtros y filtros hasta que nuestra cara haya quedado más lisa que el mármol, de tal modo que de la persona que sale en esa fotografía a la que tú conoces en realidad, no exista apenas parecido alguno. Yo no es que me tenga por crédulo, pero miren, he optado desde hace mucho tiempo por no tratar de desenmascarar a toda esa gentuza que va por la vida haciendo ostentación de lo que no tiene o de lo que no es, así que hago como que me lo creo todo y si ellos son dichosos con su mentira, pues que vivan esa felicidad pero que no molesten. Otra cosa son los que, aparte de engañarnos con su envoltorio material, tratan, y a veces hasta logran, traicionarnos con su apariencia moral. Los de la rectitud, los de los valores, los de la ética intachable… qué miedo me dan esos que tratan de imponernos su parecer y obrar mirándonos por encima del hombro, cuando sobre los suyos hay capas de caspa de la altura de un rodapié. Pero, estarán pensando ustedes, entonces, si casi el 70% de nuestras vidas es mentira ¿Cuál es el 30% de verdad? Pues según el refranero, el tiempo de nuestra niñez o el que pasamos borrachos, no queda otra conclusión. Así, como según el televisivo Dr. House “todo el mundo miente” no se hagan mala sangre, finjan en la medida de lo posible parecer confiados y, para tener una conversación sincera, emborráchense junto a su interlocutor. Total, es viernes y ya toca.


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