Días de lluvia.



            Publicado en El Día de Zamora el 22 de abril de 2016.

      Sí, ya supongo que ustedes estarán hartos de que, cada vez que se cruzan con alguien o suben a un ascensor, la conversación intranscendente sea la lluvia. Aunque algunos solo sepan de ella porque las aplicaciones meteorológicas de sus teléfonos móviles les han dicho que está lloviendo y por ello hayan preferido no moverse de casa, no vaya a ser que el teléfono tenga razón y pueda pasarles algo. Mucho mejor mirar el tiempo, o la vida, en la ventana del teléfono que a través de la ventana de casa, que vete tú a saber si… En estos días de lluvia, yo he preferido deambular por la calle y mojarme que correr el riesgo de mirar por la ventana, que ver llover es muy peligroso por aburrido, y uno se queda embobado viendo caer el agua del cielo y acaba razonando como nuestro Rajoy, con aquella frase lapidaria de “Esto no es como el agua que cae del cielo sin que se sepa exactamente por qué”. O mucho peor, podemos quedarnos atrapados frente a la ventana, sin ser conscientes del paso del tiempo, e ignorando al resto de la realidad como quien oye llover, perdonen la obviedad, es que era tan fácil caer en ella… Pero quédense con la imagen de todos aquellos que se pusieron delante de una ventana a ver caer la lluvia y fueron hipnotizados por el fenómeno. Días y días de inactividad, con la barba creciendo sin control, ellos, con el abandono de la higiene personal, todos, con las familias preocupadas ante la inmovilidad de sus seres queridos, las líneas del 112 saturadas, los médicos recomendando no tocarlos “no vaya a ser que sea contagioso”, el consiguiente riesgo de epidemia y el terror de la población ante esos seres inertes, mientras que ellos están viendo la vida a través de la ventana como cuando se va la señal de la televisión. El problema es que se nos estamos quedando así, bloqueados, mientras que otros, de nuevo, como quien oye llover, no hacen nada para evitarlo, no vaya a ser que despertemos y nos dé por actuar, o incluso mucho peor, por pensar, que cuando a las mentes les da por liberarse de sus conflictos son capaces de romper con los condicionamientos que las someten y ojo con eso. Llueve, sí, pero cojan un paraguas y salgan a la calle. Mójense.


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