El avestruz.


              Publicado en El Día de Zamora el 11 de diciembre de 2015.


      Lo primero, para aquellos que lo desconozcan, el avestruz es como una gallina pero elevada al cubo. Un ave que, en vez de aplicarse el dicho de que aquí el que no corre, vuela, lo hace precisamente al contrario. Retomo el hilo. Cuando les comento que es como una gallina elevada al cubo no lo digo por su tamaño, sino por su carácter cobarde. El avestruz, al más mínimo atisbo de peligro, sale corriendo, y por si esto no fuera suficiente, esconde su cabeza bajo la tierra. Ya ven, la técnica contra el pánico del pájaro más grande del mundo consiste en ni oír ni ver. Pero no se lleven a engaño, con esta información no infieran ustedes que el avestruz es un ave tonta que corre de manera alocada en cuanto siente miedo. No, para nada. Con esa técnica, esconde aquella parte de su cuerpo que percibe la amenaza y, pese a no resolverla, la bloquea. Ni veo, ni oigo, ni huelo, por lo tanto no existo, y de ese modo, no tengo angustias. Fin del problema. Y sí, más o menos esta viene a ser la estrategia del, todavía, presidente de nuestro gobierno, el cual, según las encuestas, lo seguirá siendo cuatro años más. Mariano, permítanme la familiaridad, es un genio percibiendo señales, y ante cualquier situación crítica, cuando se ve sobrepasado por las circunstancias, aparece el avestruz que lleva dentro y se entrega a su pragmática solución: el aislamiento de los sentidos y el recogimiento en la propia mente, para, desde ahí, entablar una lucha titánica. Así, el cuerpo de Mariano queda adormecido, hecho un ovillo fetal bajo las sábanas, desaparece, vuelve a sus orígenes y concentra su energía allí donde se necesita. Desde el aislamiento, la batalla está servida, y mientras se rehace,  el séptimo de caballería en forma de señora bajita acude al recate. Nadie sabe hasta cuándo Mariano se esconderá, pero mientras tanto, la problemática queda aislada, acotada, cercada, sin adiciones que extiendan el mal. No hay una razón para interrumpir el proceso; es preferible mecerse en el éter que despertar al caos. La técnica del avestruz no resuelve nada, pero nos da un respiro, nos da la capacidad de aislarnos y abandonar la lucha sin perderla, tomar un tiempo para descansar, recopilar información y volver a la carga prometiendo lo imposible.

            No es nada tonta el avestruz-Mariano.

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