Caballero sin espada.



                Publicado en El Día de Zamora el 23 de octubre de 2015.


      “Caballero sin espada” es una película norteamericana de 1939, dirigida por Frank Capra y protagonizada por James Stewart. En ella, Stewart encarna al personaje de Jefferson Smith, un joven idealista, ingenuo por ello, de carácter manipulable, que es nombrado senador. Smith ignora que en Washington tendrá que vérselas con políticos y empresarios sin escrúpulos que le harán perder ese altruismo. Sin embargo, gracias a su secretaria, una joven que conoce muy bien los entresijos de la política, protagoniza en el Senado una espectacular y maratoniana intervención en la que, además de defender apasionadamente la democracia, pone en evidencia una importante trama de corrupción. Hay una parte de la película en la que Capra nos enseña, a través de los ojos de Smith, los monumentos de Washington, como el Lincoln Memorial, y nos ilumina en la pantalla todos los ideales patrióticos, que se muestran con un vistoso montaje en el que no faltan las clásicas campanas ceremoniosas. Sin embargo, no nos dejemos engañar creyendo que esto es patriotismo barato, lo sería si estuviera al final de la película, pero la estrategia de Capra es inundarnos de todos estos valores en los que cree Smith para después echarnos en cara cómo todo eso se ha perdido con un gobierno lleno de corrupción y engaños. Y con esta referencia cinéfila, les he traído de la mano al terreno que quería que pisasen. El pasado miércoles, en el Congreso de los Diputados, discurrió el último debate parlamentario de la legislatura, en el que, qué casualidad, la oposición despidió al presidente del gobierno, del nuestro, incidiendo sobre sus mentiras y sus casos de corrupción. Para que me comprendan mejor, Rajoy vio pasar en pocos minutos todo su mandato, mientras escuchaba que le acusaran de mentir, de utilizar las instituciones en su beneficio, de corrupción, de recortes y de desprecio al resto de partidos. ¿Y Mariano? Pues Mariano respondió a todas esas inculpaciones con datos económicos, alabando su gestión y reiterando que la crisis ya es cosa del pasado gracias a él y a su gobierno. No mencionó la corrupción. Ya ven, la democracia no es un sistema de gobierno tan perfecto como creíamos, y puede tender a convertirse en oligarquía si el pueblo, nosotros, no se une por el bien común y lucha por sus derechos. Aplíquenselo cuando vayan a votar el 20 de diciembre, fun, fun, fun. 


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