Felicidad.



               Publicado en El Día de Zamora el 4 de septiembre de 2015.

        El otro día, dando una vuelta por nuestro parque/bosque de Valorio, me encontré con un tipo. Así de entrada, el suceso puede parecer banal, pero lo relevante del hecho es que el personaje en cuestión era un tipo feliz, o eso me confesó él. Y no les hablo de una felicidad así normalucha de eso que te preguntan por la calle ¿eres feliz? Y tú, contestas mmmmsi, como dudando de tu respuesta y de las intenciones del encuestador. Nuestro protagonista era de un feliz superlativo. Y la causa de su felicidad, según me confesó, es que era un misántropo (según el D.R.A.E., persona que, por su humor tétrico, manifiesta aversión al trato humano). Ante mi estupefacción, continuó diciéndome que era miembro de la Asociación Mundial de Misántropos (AMM), la cual, al parecer, se reunía cada dos años en un lugar secreto para conformar el código de conducta del buen misántropo. Así, por ejemplo, si por alguna desgracia le toca estar presente en una reunión social en la que el centro de la conversación sea algún moderno de esos que solo escuchan música alternativa sueca y que bebe gin tonics llenos de frutas, bayas y demás, dígale que usted es más de El Fary y del solysombra, verá qué rápido le deja en paz. Tampoco celebre nunca su cumpleaños, así, por un lado evita el tener que invitar y aguantar a nadie, y por otro, no ha lugar a que algún otro se vea en la obligación de invitarle al suyo. Un ardid genial, como verá, añadió. En las espantosas pero inevitables reuniones familiares, dele la razón siempre a todos y en todo. Da igual que sea sobre religión, política, o ritos de apareamiento del urogallo. Como no verán en usted atisbo alguno de polemizar, acabará librándose de ellos. Cuando, por imperiosa necesidad, tenga que salir a la calle, lleve siempre gafas de sol y unos auriculares puestos. Da igual que vaya escuchando algo o no, así puede pasar de largo ante algún saludo incómodo, todos los son, fingiendo que iba distraído. Y tras contarme estas breves pautas de no-convivencia, hizo como que encendía un pequeño reproductor que llevaba en el bolsillo, se colocó los cascos y siguió con su camino. Ah, y si quiere aprovechar su tiempo, ni se case ni esté en las redes sociales, me dijo ya de lejos.

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1 comentario:

  1. Para mí, la felicidad está en la sencillez. Pero eso no está de moda.
    Y por supuesto, mi felicidad no pasa por las RRSS.

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