Agosto, cuarta semana.


          Publicado en El Día de Zamora el 21 de agosto de 2015.

        “This is the end” comienza la canción de los Doors, y así es amigos. Este es el fin. “El Fin” podríamos escribir, así en mayúsculas, dándole el empaque que se merece. Se acaba agosto y ustedes se dirigen hacia el día uno de septiembre, del mismo modo que se dirigían Thelma y Luise hacia el precipicio, con la ventaja de que a ellas sí les esperaba un fin definitivo, mientras que ustedes se disponen a caer por un agujero estrecho, que les estrujará cuerpo y mente a lo largo de once meses, hasta que de nuevo atisben en lontananza el agosto de 2016. Menuda travesía les espera hasta entonces… 

        En lo que a mí respecta, pues nada. No solo no me puse moreno, sino que una amiga me hizo notar el otro día que estaba incluso más blanco que al inicio del verano. Ya ven que tipo de amistades me gasto… 

        Se nos va este domingo eterno de treinta días que es agosto. En realidad un vacío, una anomalía en un calendario de once meses en el que agosto no es el octavo mes del año, sino el duodécimo hombre de la alineación inicial de once que salta al campo cuando el año se inaugura. Agosto se queda ahí, en el banquillo, con la misma cara de cabreo que tienen todos los suplentes, y por ello, nos traslada su contrariedad en forma de programas televisivos de mierda, que ya de por sí suelen serlo todos, refritos de zapping, reposiciones (casi escribo aquí deposiciones) y publicidad promocionada por cualquier sala de espera de una clínica; hemorroides, gases, talones agrietados, estreñimiento ocasional, males estos, como ya se sabe, que padecen solo las mujeres, ya que son ellas las únicas protagonistas de los productos que pretenden aliviarnos. Esta publicidad dará paso ahora a la de los coleccionables, que a ver cuándo sacan uno de “su vida soñada en 300 entregas”, que aunque la dejemos a medias, pues oye, con una vida semiperfecta igual nos vamos apañando. 

        “This is the end” amigos. Espero que estén preparados para todo lo que nos espera a partir de ahora, y que, pese a mi rechazo, compraran lotería para, caso de tocarles, el camino les sea más llevadero. 

        Por cierto, tengan ustedes una feliz Navidad, que luego me lío y se me olvida. 

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