Publicado en El Día de Zamora el 23 de enero de 2015.
Dice nuestro Diccionario de la Real
Academia de la Lengua que un leguleyo es aquella persona que
aplica el derecho sin rigor y desenfadadamente, vamos, a lo loco. Y viene a
cuento el palabro en cuestión acerca de lo que he leído y escuchado sobre la
libertad bajo fianza de Luís Bárcenas. No vayan a pensar que vengo yo aquí a
defender al personaje en cuestión, ni a defenderlo a nivel ético o moral, ni a
defenderlo a nivel jurídico, que por esto último suelo cobrar. La cosa está en el
poco, más bien nulo, rigor legislativo que los medios han transmitido acerca
del hecho en cuestión. Primero, cabe diferenciar la libertad como tal de la
imposición de la fianza. Al parecer, la investigación sobre el "caso
Gürtel" en lo que a Bárcenas afecta ya ha concluido, por lo que ya no
habría lugar a que pudiera destruir, alterar u ocultar pruebas, aparte de su
arraigo personal y familiar, la inexistencia de antecedentes penales y al hecho
relevante de que "no consta que haya intentado sustraerse" a la
acción de la justicia "desde que a mediados del 2009 la acción penal se
dirigió contra él". Además, la sala penal también le exige, cuando salga
de prisión, que comparezca tres días a la semana ante el juzgado, que no salga
de España y la retirada de pasaporte. Luego está lo de la fianza de 200.000
€uros. El ex dirigente del PP no puede hacer uso del dinero que le ha bloqueado
la justicia, ni aflorar otras cantidades que no están bajo control de los
jueces, por ello, lo más probable es que se retrase su salida de prisión hasta
que encuentre a una persona ajena al proceso que le preste esta cantidad. A mí,
y esto es opinión, la fianza me parece ridícula. Pese a que la Sección Cuarta
de lo Penal de la Audiencia señale que es "acorde y proporcionada con los
intereses en liza" y la situación de otros imputados, les recuerdo que Bárcenas
reconoció que había ocultado en Suiza hasta 42 millones de €uros. Y tras esta
breve explicación, ahora ya pueden ustedes sacar sus conclusiones sobre la
justicia en España, y sobre lo que les dé la gana, pero déjense guiar por su
propio criterio y no se dejen influenciar ni por unos ni por otros. Piensen por
sí mismos. Infórmense.
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es obligatorio.
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