Remembranzas


                       Publicado en El Día de Zamora el 3 de octubre de 2014.

        Les cuento. Debido a un problema informático, esta semana me he visto obligado a escribirles mi columna en un folio. En vez de encender un ordenador, abrir un procesador de textos y comenzar a teclear lo primero que se me pasase por la cabeza, tuve que recurrir a mi vieja pluma. Y como soy un ser lleno de manías, hasta para escribir a mano tengo mis rituales. Rituales que daba ya por olvidados dado el tiempo que no los ejecutaba, pero que les paso a contar. Para empezar, apilo cuatro o cinco folios porque me es imposible escribir directamente en una hoja sobre la mesa. También me lavo las manos antes, no me gusta que la pluma me resbale entre los dedos. Como ya les he dicho, escribo a pluma. O a lápiz. Nada de bolígrafo, pilot, o portaminas. El primer problema con el que me encontré fue que, escribiendo a mano, si cometes un error no puedes mover el cursor hacia atrás y borrarlo. Te toca enmendarlo tachándolo y volviéndolo a intentar. En eso, escribir a mano se parece mucho a la vida, no hay posibilidad de dar marcha atrás y corregir la falta, te toca recurrir a lo de “borrón y cuenta nueva”. Tampoco hay un corrector gramatical. Si cometes una falta de ortografía, ahí queda, para oprobio propio y público. También carezco de un contador de caracteres, por lo que el tamaño lo tendré que calcular a ojo, lo siento por el que tenga que maquetarlo más adelante. Según avanzo, me fijo en lo que ha empeorado mi caligrafía. Parece que en vez de abogado soy un médico cualquiera, y el cuerpo me pide acudir a una papelería a comprar algún cuadernillo de Rubio, de aquellos con los que aprendí los rudimentos de la escritura. Menos mal que mi cerebro me saca rápido de semejante brete, no quiero imaginar lo que pensarían los seres que se acercan a mi despacho buscando asesoramiento jurídico si me encontraran  rellenando cuadernos de caligrafía. Poco a poco voy concluyendo. Reparo también en que esta vez no buscaré el icono de guardar archivo, ni haré llegar al periódico esto mediante un email como archivo adjunto. Lo llevaré a pie y allí alguien lo transcribirá a alguna de esas infernales máquinas que dicen hacernos la vida más fácil. Termino. Apenas hay correcciones, pero la pasaré a limpio. Creo que sigo enamorado de mi pluma de escribir.

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