Publicado en El Día de Zamora el 10 de octubre de 2014.
Por
el título de mi artículo ya deberían ustedes saber de qué les voy a escribir.
Para los más despistados, les cuento. “Estallido” es una película en la que el ejército de los EE.UU. arrasa un
campamento del Zaire en el que un virus mortal, semejante al ébola, estaba acabando
con la población. Se pretendía así mantener el virus en secreto y, al mismo
tiempo, impedir que se propagase. Lo que no previeron era que un pequeño mono,
portador del virus, viajara en un barco desde el Zaire a EE.UU. El pánico se
desata cuando se descubre que todos los que han estado en contacto con el simio
empiezan a mostrar síntomas de la enfermedad.
En el caso que nos ocupa no ha
sido un mono el que nos ha traído el bicho, sino un misionero. No estoy comparándolos,
ni enjuiciando la labor de los misioneros, pero si repatriamos a un enfermo por
una cuestión humanitaria, lo suyo sería intentar traer a todos los que fuera
posible para darles la ayuda sanitaria que estuviera en nuestra mano, pero
claro, los otros son negros y no son españoles y no es lo mismo. La cosa es que
nos trajimos al misionero enfermo. A España, sí. Que si aquí tuviéramos un
centro para el control y prevención de enfermedades como el CDC de los
americanos, pues bien. Pero no. Aquí con un minicurso de media hora instruimos
a todo el personal y a otra cosa. Y claro, pasó lo que todos esperábamos, que
por un fallo de esos sin importancia al quitarse o ponerse el traje de
aislamiento, o tontería similar, voilà, contagio al canto y todos acojonados.
Ahora que Rajoy había acabado con la crisis y todos volvíamos a vivir como
reyes o similares, resulta que nos vemos atrapados en otra crisis, esta
sanitaria. En realidad a mí no me preocupa que la enfermedad se extienda por
España y devenga en epidemia mortal, lo que de verdad me quita el sueño es que
ahora mismo, el lugar más seguro del país, es la casa de Gran Hermano, que
aislados como están, se convertirían en los únicos supervivientes cuya misión
sería repoblar España. Imaginen una España futura ocupada por los descendientes
de una edición de Gran Hermano. Eso sí que sería una plaga y no lo del ébola
este.
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es obligatorio.
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