Publicado en El Día de Zamora el 27 de junio de 2014.
La imagen,
aunque tradicional, no deja de ser recurrente. Una playa, de la cual sabemos
que es una playa porque a la izquierda de la imagen vemos el mar, y lo que se
supone arena está cubierta por un tapiz multicolor de sombrillas y trajes de
baño (yo prefiero decir traje de baño que bañador. Para mí un bañador es un
señor que te baña, pero esto son cosas mías y no quiero distraerles con ellas).
La cuestión es que ese tapiz, de apariencia mullida, no es una textura regular.
Está compuesta por todos y cada uno de ustedes, altos, gordos, bajos, calvos,
tatuados. Su individualidad ha sido transferida a la masa ocupante de la arena
y ahora es imposible discernir a cada uno de ustedes de esa colorida colcha que
se ha extendido sobre la playa. En el momento en el que el sol apenas comienza
a desperezarse y a calentar más de lo que debería, ustedes aparecen por las
playas y no solo se instalan en ellas sino que cabría decir que son sembrados
allí, echan raíces, y comienzan a germinar cual girasoles. Porque esa es otra,
se mueven siempre poniendo la cara y el cuerpo hacia el sol, para ponerse bien
morenos, para retostarse, como si fueran un chuletón con cara y ojos y lo
quisieran bien pasado, ni siquiera poco hecho. No. Ustedes quieren quedar muy
hechos. Y para llegar a ese fin, el proceso cromático pasa del blanco al rosa,
del rosa al rojo, del rojo al rojo-ampolla, de ahí a urgencias y ya para
terminar, ese ansiado moreno-marrón-casinegro. La continuación es lucir entre
sus congéneres ese color recién adquirido a costa de un posible cáncer de piel,
pero por presumir ustedes hacen lo que sea. El problema es que nos pasamos el
año mirando de reojo a los que tienen la piel más oscura que nosotros,
sintiéndonos superiores, y ahora esa mirada de recelo pasa a ser de envidia
sobre los que se nos muestran más oscuros. Todo un contrasentido. Ahora quieren
ser negros y además lo hacen perdiendo su individualismo, masificándose en una
patera gigante de arena para llegar a la tierra prometida de la piel morena.
Que haya llegado el verano, no es excusa para que hagan el idiota más de
lo normal.
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es obligatorio.
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